¿Habéis tenido alguna vez un día plof?, yo si. Creo que hoy es uno de ellos.
Esta mañana no tenía ganas de ir al gimnasio, puede que las agujetas mortales que tengo en el abdomen hayan influido algo en la decisión. No tenía ganas de salir a hacer los recados pendientes y no tenía ganas de arreglarme. Así que he hecho justo lo contrario de lo que mi cuerpo me estaba indicando que hiciera.
Me he arreglado y he salido. Después de acicalarme, me he mirado al espejo y no me he sentido mejor, ni más contenta, ni más guapa, ni más nada, si acaso un poco más incómoda que con mi ropa de estar en casa. Me he echado brillo en los labios y un poco de colorete en las mejillas. Eso suele funcionar, pero hoy parece que no ha resultado.
Después de los recados he ido a pasear por el centro comercial, a ver tiendas, a probarme ropa, a cotillear y tampoco eso me ha animado demasiado. No me he comprado nada, un claro síntoma de desidia.
He comido fuera, en una terraza. Esto era una apuesta segura, las vistas, el aire en la cara, no hacer la comida. Era mi último cartucho y lo único que he conseguido ha sido una mala digestión.
He vuelto a casa y no me sentía mejor que cuando salí por la mañana. Aún así me he hecho las fotos de rigor, que llevo ya un día sin publicar. No he tenido narices de esbozar una leve sonrisa verdadera. Solo me salían sonrisas falsas con cara de pato. Así que finalmente he decidido no mostrar el rostro. Ha sido una buena decisión porque si no, a estas alturas todavía estaría haciéndome fotos y viéndome mal en todas.
Total, que ha sido y sigue siendo un día plof. Puede que el hecho de que el sol se haya escondido tras las nubes no haya ayudado demasiado, o puede que el resfriado que he pasado me haya quitado energía, o puede que hoy haya pensado más de la cuenta en la vida, o puede que nada de lo anterior.
En fin, que ni pizca de gracia tengo hoy en el cuerpo. ¡Vaya fastidio, tu que venías a echar unas risas y casi sales llorando!.
Como dijo alguien: «mañana será otro día».
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