Dicen que las rayas horizontales engordan y que no son nada recomendables. Pues me parece muy bien, pero yo me compré este vestido porque me dio la gana y poco me importó esas sabias recomendaciones.
Yo creo que realmente las revistas de moda son revistas de humor. Nos cuentan unos chistes buenísimos. Como por ejemplo llevar jerséis de cuello vuelto enseñando el ombligo o sandalias recubiertas de pelo o camisetas de lana. Está claro que los diseñadores quieren llamar la atención y lo consiguen. Yo me río bastante y saco mi lado más crítico en plan maruja. Uy, uy, uy, uy, mira, mira, mira, que horror, anda ya, si, seguro me voy a poner eso, pero si es feísimo, le queda fatal a la modelo, o sea que a mi ni te cuento, pues no se cuántos venderán pero yo no lo pienso comprar.
Y así hasta que termino la revista. Leí una vez una opinión que hablaba de las personas que leían este tipo de revistas de moda, por lo visto corrían el riesgo de quedarse con el seso comido. No estoy de acuerdo. Yo las leo, y no tengo el seso comido. No hace falta que hagas ningún comentario al respecto, punto en boca. Estoy muy cuerda y nadie sospecharía que me gustan este tipo de revista. Punto en boca otra vez.
No por ver una película violenta me convierto en una asesina, no por ver un concierto de rock me voy a poner piercing. Creo que las personas somos un poquito más complicadas.
Y dicho esto, una más de mis profundas reflexiones, vamos a pasar a comentar el modelito de hoy. Lo podía haber titulado, «vamos a la playa», porque todo el mundo sabe que las rayas blancas y azules son marineras. Esta feo que yo lo diga, pero este vestido es monísimo de la muerte. Hace unos años no podría haberme puesto un vestido así, tan ajustado, pero digo yo que el tiempo de gimnasio ha servido de algo.
Hay que tener en cuenta que es un vestido mañanero, porque si te lo pones por la tarde, después de comer, no te queda igual. Tu barriga ya no tiene la misma firmeza que antaño y después de comer se expande de mala manera, hasta parecer que estás embarazada de 5 meses. No estoy exagerando, es una realidad como un demonio. Pero si tenemos este tipo de precauciones, todo irá bien.
Este vestido no acaba de transportarme al yate, está queriendo, pero no. Le falta ese aire chulesco, a lo mejor unas gafas de sol, no se, el caso es que así no me veo sentada en la cubierta del yate. Más bien sería una turista que está paseando por el puerto deportivo, admirando las embarcaciones y haciéndose fotos con cada barco.
Esto me recuerda a la última vez que fui al puerto deportivo de Marbella, a Puerto Banus. Aquello era un escaparate de chicas muy arregladas y niñatos y no tan niñatos exhibiendo sus deportivos. Mas bien parecía un mercado de carne, todo expuesto en los mostradores. Los coches rugían y los dueños se apoyaban en ellos, como diciendo, aquí estoy yo y este es mi nene. Como espectadora no estuvo mal, pero no me veo formando parte de ese circo.
En un momento dado, me quedé en el puerto, esperando a que mi amantísimo se acercara con el coche para seguir nuestra ruta turística. Andaba ensimismada con el espectáculo cuando de repente oí un motor rugiendo detrás de mi, ruuuum, ruuuum, ruuuuuum, me di la vuelta esperando ver otro flamante deportivo y apareció nuestro discreto Opel blanco de alquiler. Está claro que para hacer rugir un motor no hace falta un Ferrari.
Bueno, aquí os dejo que creo que un cochazo me espera, ruuuuuum, ruuuuuuum.
Deja un comentario