La verdad es que viendo esta foto, parece hecha en los años 80, con ese color amarillento tan característico de aquella época.
No penséis que le puse un filtro, simplemente hice la foto con el sol incidiendo a toda pastilla en la cámara del móvil. Podía haber esperado a que no diese el sol, o buscar otro sitio con sombra, podía, pero no lo hice.
Imagino que habréis notado, que esa pared gris, se ha convertido en mi nuevo escenario para los posados. Atrás quedaron el colocar toallas blancas sobre la puerta y recortar cada imagen para quitar el fondo marrón de la puerta.
Si no sabéis de lo que os hablo, pinchad aquí.
Ahora aprovecho la luz natural de la mañana, mucho mejor. Lo que no se es qué haré cuando empiece el frío y tenga que posar en manga de camisa al fresco. Bueno, ya lo pensaré, tampoco se si seguiré con la misma tontería cuando llegue el invierno, con suerte estaré dedicada a algo más productivo.
Centrándonos en el look en cuestión, lo que más me llama la atención es el pelo, ese rizo a lo Eva Nasarre, o si queremos algo más glamuroso, a lo Flashdance. Casi que me quedo con esta última comparación.
Hablando de Flashdance, el otro día fui a una clase de prueba de danza moderna. No se qué esperaba encontrarme allí, pero conociéndome, seguro que ya me veía como la protagonista de la película que os comento ¿Y qué pasó en esa clase de prueba?, pues te lo puedes imaginar. Llegó la profesora, una mujer con cuerpo de bailarina que comenzó a enseñarnos unos pasos de baile y no dos ni tres pasos, no que va, como cien pasos distintos, con una elegancia propia de una bailarina.
Cuando tocó el turno de reproducir aquellos maravillosos pasos de baile al son de una música moderna, la escena fue de lo más patética. Lo único que conseguí, fue ir a derecha o a izquierda, adelante o atrás, pero por supuesto, mis movimientos no se parecieron ni lo más mínimo a los de la profesora. Un pato mareao es lo que era, que digo un pato mareao, un pato mareao con la pata coja.
En fin, que muchas veces, con querer no es suficiente. Los pasos de baile necesitan de su técnica, de años de ensayo y no basta con querer mover la pierna con elegancia, porque aunque tú se lo ordenas, ella no hace ningún caso, va hacia el lado que le indicas, si, pero de elegancia nada de nada. Así que mi aventura en la danza moderna terminó justo antes de empezar.
Seguiré con las clases de zumba, pasos sencillos con muchas repeticiones que te hacen sudar como una cerda y que no requieren de demasiado glamour.
- ¡Vamos chicas!, y uno dos tres cuatro, cinco seis siete y ocho. Con elegancia
- Eso intento, no te fastidia
Deja un comentario