¿Alguna vez te he hablado del rosa?, siiiiii, sabes que si, muchas veces, como en esta ocasión «adoro el rosa» , o en esta otra «de boda»
Pues estaba el otro día tomándome un te en mi nueva taza rosa, y al levantarme y dejar las gafas encima del ordenador, he admirado la composición que se había formado y me he dicho, ¡pero qué conjunto rosa más mono!, funda rosa, taza rosa, cascos rosas y gafas rosas, ideal de la muerte.
El rosa me transmite energía, optimismo, dinamismo, en fin, es un color al que tengo cariño y aunque se que no es un color para todo el mundo, siempre que puedo, le hago propaganda positiva.
Haciendo una búsqueda rápida en internet me he encontrado con la siguiente definición del rosa:
El color rosa es un color relajante que influye en los sentimientos invitándolos a ser amables, suaves y profundos, e induciéndonos de esta forma a sentir cariño, amor y protección. Las palabras claves que se asocian con el rosa son inocencia, amor, entrega y generosidad.
Bueno, también he leído algo sobre que cuanto mayores se hacen las mujeres, más se aferran al rosa. Pues aquí han dado de lleno, porque no recuerdo que de joven me gustara tanto el rosa, sin embargo ahora, me chifla. También te digo que no podemos meter a todas las mujeres en el mismo saco, porque como se entere mi hermana, la que odia el rosa sobre todas las cosas y que nunca ha tenido ninguna prenda rosa, ni objeto, ni nada, que la estoy metiendo en el grupo de señoras maduritas que adoran el rosa, me va a cortar la cabeza, más por llamarla señora madurita que por el rosa, creo yo.
Está claro que hablo de una generalidad, que para eso están las excepciones, para confirmar la regla.
- ¡Hermana!, eres una excepción y lo sabes
En cuanto al espacio de trabajo, no creais que siempre me siento en el mismo sitio, soy bastante veleta. Lo normal es que escriba sentada en el sofá con el ordenador sobre las piernas, algo no muy recomendable porque al cabo de un rato, cuando el portátil ha cogido temperatura, las piernas empiezan a sudar y éste empieza a resbalar.
Otras veces me siento en la terraza, pero no aguanto demasiado tiempo allí porque el wifi va de pena y la pantalla del ordenador se llena de reflejos a causa de tanta luz. La verdad es que es una estampa idílica, de película, pero poco práctica.
En alguna ocasión he tenido que adoptar una posición bastante penosa, de rodillas con el portátil encima de una silla, mientras lo enchufaba de manera urgente a la primera fuente de luz libre, antes de que éste agonizara por completo.
¿No os ha pasado nunca?, lo de quedaros sin batería digo. A mi, mil millones de veces y siempre de la misma manera, empezando con el siguiente aviso:
- Batería al 10%
Entonces piensas: «me da tiempo, en un segundo termino». Al rato:
- Batería al 5%
¡La madre del cordero!, que se me va a apagar el ordenar, voy, un segundo
- Batería al 2%
¡Me cago en…!, ¿dónde está el cargador?, están todos los enchufes ocupados, ¡niños miserables!, pues lo conecto aquí mismo y termino de escribir esto rápido.
Al cabo de 15 minutos con las rodillas clavadas en el suelo, por fin dices: «vale, lo dejo, por hoy es suficiente»
Claro que si estás muy enganchada, sigues comentando con el móvil, si es que no está tieso también.
En fin, que me voy moviendo de un sitio a otro según me parece. Y vosotros qué, ¿tenéis un sitio fijo?, ¿sois personas de costumbres?, ¿o actuáis por impulsos?, anda, suéltalo.
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