Pincher, esto se está convirtiendo en una costumbre, no creas que te voy a dejar mi ordenador cada vez que se te antoje.
Será plasta, como se ponga protestona me busco a otra. De verdad, qué cariño le tiene a su ordenador, ni que fuera de oro, que digo de oro, de bocadillo de salami encontrado en la calle, ummmm, son los mejores.
Bueno, a lo que iba, que estoy muy contento con mi twitter, pero hay que reconocer que tiene sus limitaciones. Te permite escribir 144 caracteres, que a priori parecen muchos, pero que va, son una miseria. En cuanto me emociono, empieza el contador a marcar letras en rojo, por Dios, qué presión. No me extraña que la gente escriba 200 twits uno detrás de otro, lo que no le cabe en uno, lo escribe en otro, qué listos.
A lo que voy, que ya que he probado las mieles de la comunicación, el twitter se me queda corto, que tengo muchas cosas que contar. ¿Cómo que qué cosas?, pues hazte una idea, llevo callado cuatro años, imagínate cuántas vivencias tengo guardadas y ahora me tengo que conformar con una frasecita de vez en cuando. Y tan de vez en cuando, como que aprovecho cuando mi asistente se va a recoger a los niños para poder escribir. ¿Que si no me ve nadie?, pero quién me va a ver, ¿los niños que andan enmaquinados perdidos?, esos no se dan ni cuenta. Yo creo que si me pusiera a hablar ni se enterarían, sobre todo porque siempre llevan los cascos puestos.
Por cierto, ¿esto lo puede leer ella?, uyyy, mal rollito.
Hasta luego, digo Gua!!.
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