Hace un siglo que no doy señales de vida por el mundo virtual, pero nunca es tarde si la dicha es buena.
La cuestión es que antes de empezar con mis entradas habituales, quería comentaros que participo en los Premios 20Blogs 2015, en la categoría de humor. Las votaciones empezaron el día 12, pero es que no he tenido ni tiempo de comunicar que formo parte del concurso. Soy una pésima concursante. Participar sin decírselo a nadie, es como no participar. Lo que más ilusión me ha hecho es saber que me han aceptado en la categoría de humor. Un señor de la organización del concurso, ha visto el blog y le ha parecido que podía codearse con blogs de viñetas cómicas y chistes. Eso me congratula!!.
Si te apetece votarme, ya se que no es un deseo que se tenga normalmente, puedes hacerlo, te animo a ello. Es un poco rollo si no perteneces al mundillo de lo blogs, porque has de registrarte en la página de 20 minutos. Si, lo se, un rollo patatero. Yo soy la primera que me escaqueo cuando me piden registrarme para realizar cualquier acción, por eso debes votarme solo si sientes una necesidad imperiosa de hacerlo, como si una fuerza sobrehumana te impulsara a ello.
Se que espero un imposible, que la naturaleza te de el empujoncito necesario para que pases a la acción. Lo llevo claro.
No te preocupes, me solidarizo contigo. Para que veas que pasar a la acción no es nada fácil, te contaré una pequeña historia.
Empatizo con mucha facilidad. Si recibo una encuesta de satisfacción del Decathlon, lo primero que pienso es: «pobre hombre de marketing, habrá estado pensando en cómo mejorar la tienda, en cómo obtener mayores beneficios y tendrá que demostrar que su trabajo vale para algo. Voy a rellenar la encuesta.»
- ¿Compró usted una botas X recientemente?.
- Si. (Fue para un regalo)
- ¿Piensa que son cómodas?.
- Pufff, espero que si, no me las he puesto, pero voy a decir que si.
- ¿El material del que están hechas piensa que es resistente?.
- La madre del cordero, yo que se, si no me las he puesto, voy a decir que si, si luego se rompen yo no quiero saber nada.
- ¿Considera que el diseño es atractivo?.
- Hombre, si no me hubieran gustado, no las habría comprado, a no ser que quisiera hacer un regalo vengativo. Venga, digo que si.
- Al caminar con ellas, ¿considera que se agarran con firmeza?.
- Y dale con las preguntitas, no tengo ni idea de si se agarran como una gato enfadado o se resbalan como un pingüino sobre el hielo. ¿Qué digo?, si es que me obligan a mentir.
- ¿Ha apreciado si al bajar una cuesta el pie se desliza hacia adelante?.
- Pero cómo quieres que te lo diga, que no me he puesto las botas, que solo las he comprado, que si llego a saber que me iban a bombardear a preguntitas, no empiezo el cuestionario. Que no lo se, que no se si los cordones se desatan, que no se si se manchan con facilidad, que no se si son calentitas, que no se nada, que me olvides, que ya estoy hartita del cuestionario y del señor que lo diseñó, que ya no me cae tan bien. De hecho me importa un pimiento el señor y su trabajo. Si lo pierde por mi culpa, me da lo mismo. No pienso contestar ni una puñetera pregunta más. A tomar por saco la solidaridad y la empatía. La próxima vez que reciba un cuestionario lo va a rellenar Rita la Cantaora. Y digo más, no tengo intención de comprarme una botas igual en mi puñetera vida.
Resumiendo, empatizo hasta que te odio.
En otra ocasión me llamaron por teléfono mientras hacía la cena. La tele estaba puesta en algún canal de dibujos y me hicieron la pregunta del millón: «¿Podemos hacerle una encuesta breve?», a lo que yo contesté: «Si». No escarmiento.
Empezaron preguntando que si estaba viendo la tele, después que si recordaba el programa que estaba viendo. Como no lo recordaba me lo inventé, cosa de la que me arrepentí más adelante. Siguieron preguntando por los anuncios que salieron. Difícil de saber si ni siquiera estaba viendo la tele. La mentira se fue haciendo cada vez mas grande, toda la encuesta se basaba en mi primera mentira y no supe cómo salir del embrollo. ¿Y todo por qué?, por sentir empatía por una señora desconocida que me hacía una encuesta.
Me dieron ganas de decirle: «mire señora, la tele estaba puesta pero ni puñetero caso que le estaba haciendo, estaba más pendiente del pollo empanado que de los anuncios». ¿Pero quién tiene la tele puesta y la ve realmente?, yo no.
Ainns, los estragos que provocan la solidaridad y la empatía.
Mi consejo, usa la empatía con moderación, un exceso de empatía puede ser perjudicial para la salud.
Y dicho todo esto, vótame ya!!!!.
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