¡Madre mía!, vaya careto el de hoy. Es increíble cómo puede cambiar la imagen de una persona con una simple sonrisa.
Seria parezco mala persona, chula, por encima del bien y el mal, prepotente, antisociable, reservada, motera, esto último no es nada mala pero me miro y me imagino la moto aparcada en la puerta, en fin, que con esta expresión, no doy pie a que alguien quiera acercarse a mi para conocerme, porque el mensaje que estoy transmitiendo es, no me mires no me toques.
También es cierto que irradio un pequeño halo de misterio, como «el Hombre de negro» en el programa El Hormiguero. Una persona que sonríe, no infunde miedo, invita al acercamiento.
Que sepáis, que esta que aparece en las fotos no soy yo.
- ¿A no?, pues se parece mucho a ti.
Que si soy yo, pero no esta yo, no soy distante y cuando me cruzo con alguien, saludo con una gran sonrisa.
En los anuncios, esto de la sonrisa es algo que se tiene muy en cuenta. Una vez leí un artículo sobre este tema. Una revista mostraba una portada con personas sonrientes y otra con las mismas personas pero con el semblante serio. Todos los encuestados coincidían en que les gustaba más la sonriente, invitaba a leer la revista o a comprar los productos. El caso es que la sonrisa incita a la acción, mientras que la seriedad te hace quedarte inmóvil.
Ahora pensaréis que voy por ahí sonriendo para conseguir mis propósitos, pues no, no es el caso, aunque bien pensado debería intentar sacarle algún provecho.
Casi todas las pancartas electores nos muestran unos políticos sonrientes. A algunos se les ve bastante forzados, deben tener las comisuras de la boca totalmente atrofiadas de no usarlas, pero terminan sucumbiendo al poder de la sonrisa.
Así que para terminar, lanzo mi mensaje. Sonríe todo lo que puedas o de vez en cuando, pero sonríe, el poder está en tus labios.
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