- ¡Felicidades!.
- Ehhh, mi cumpleaños fue hace dos días.
- Pues eso, felicidades porque fue tu cumpleaños.
No se si habéis protagonizado alguna vez esta situación, a mi me pasa continuamente.
Ya lo he dicho en más de una ocasión, la retención de fechas no es lo mío. Los señores expertos en el estudio del cerebro están todavía en ello, no tienen ni idea a qué se debe este tipo de desapego por los números, pero no los números sueltos que me gustan mucho, sino los que van combinados, como fechas de cumpleaños, matrículas de coche, números de teléfono, coordenadas GPS. ¿Coordenadas GPS?, pues claro, nunca habéis dicho eso de «estoy en el punto (-3.7033, 40.4168)»?, muy habitual en el día a día.
Total, que conociéndome, he intentado ponerle remedio en más de una ocasión.
Cuando todavía no vivíamos inmersos en el mundo digital, tenía una bonita agenda donde anotaba todas las fechas importantes, las citas con el médico, los cumpleaños, etc. Solo tenía una pega, una gran pega, que para saber qué tenías para hoy, había que abrir la agenda todos los días, cosa que no hacía nunca. Mala solución.
- Mamá, felicidades.
- Pero si mi cumpleaños fue ayer.
- Pues eso, que felicidades.
- ¿No lo habías anotado en tu maravillosa agenda?
- Ehhh, si, pero la agenda no me ha avisado a tiempo.
Llegaron los calendarios digitales, esos en los que anotas todo y una alarma te avisa de los eventos del día. En apariencia un sistema infalible. Infalible para personas normales, pero no para mi.
- ¡Clinnnc!, aviso sellar el paro.
- ¿Qué hora es?, las 8 de la mañana. Después de llevar los niños al cole lo hago.
- ¿Qué hora es?, las 10 de la mañana. Después de ir al gimnasio lo hago.
- ¿Qué hora es?, las 2 de la tarde. Después de comer lo hago.
- Joder, ¿pero qué hora es?, ya se ha pasado el día. Creo que con un día que se te haya pasado todavía se puede entrar en la página para sellar. Hay Dios mío, si es que tengo muchas cosas en la cabeza, vaya mierda de agenda, te avisa una vez y no te lo vuelve a recordar, joder, joder.
La pobre agenda no tiene la culpa, la única culpable soy yo y mis aplazamientos y para eso todavía no se ha inventado una tecnología que lo solvente.
Y os preguntareis que a qué venía todo este asunto, pues la cuestión es que había visto en otros blogs que celebraban su primer año en el mundo de la blogosfera y me apetecía celebrar el mío también.
Pensaba que el wordpress, que es un chivato de mucho cuidado cuando le interesa, me avisaría de una fecha tan señalada. Pues no, te chiva muchas cosas, pero esta en concreto no me la ha dicho y si me lo ha dicho, no me he enterado.
Así que cuando me ha dado por comprobar si ya llevaba un año, ¡sorpresa!, la fecha en cuestión ya ha pasado, vaya novedad.
He cumplido un año y no se ni cuándo ha sido. No me siento más vieja. Como dirían los nostálgicos, parece que fue ayer. Hombre, tanto como eso no. A veces, me da por mirar mis primeras entradas y me río mucho, no por lo que pone, sino por lo sosas y prudentes que eran. Ahora me siento más segura y tengo claro cuál es el rumbo del blog, cuál es su esencia y eso me reconforta.
Así que, me felicito a mi misma por mi año de antigüedad.
- Felicidades Sensi.
- Ehhh, mi cumpleaños ya pasó.
- Lo se, no me lo tengas en cuenta.
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