¡Sensibles, a volaaaar!.
Así empieza una canción de Paco Pil. Mis compañeros de trabajo, me llamaban Sensible y para hacerme la gracieta, a veces me ponían esta canción. Nos reíamos mucho. Tengo muy buenos recuerdos.
El caso es que al verme en esta foto, con esta pose, como parece que voy a salir volando, me he acordado de esta canción, que todo os lo tengo que explicar.
Hablando de todo un poco, ya os lo he comentado, pero por si alguien no se ha enterado, he empezado a dar clases de canto. ¿Eres profesora?. No, he empezado a recibir clases de canto.
¿Por qué siempre surge esta confusión cuando dices que estás dando clases de algo?. No me extraña ni un pimiento porque construimos mal la frase. Si estamos recibiendo las clases, por qué puñetas decimos que las estamos dando?, así no hay quien se entere.
Pasa lo mismo que cuando pides un chicle,
- ¿tienes un chicle?
- ¿que si tengo o que si quiero?
nunca queda claro. Seguro que alguna vez os ha pasado. Vamos a ir solucionando problemas. Se acabó decir ¿quieres?, se confunde con ¿tienes?, que los oídos cada vez están peor y nos pasamos media vida aclarando. A partir de ahora vamos a decir ¿te apetece?. Asunto resuelto.
Para el tema de dar clases, vamos a acordar que el que da clases es el profe y el alumno es el que las recibe. Así que, aunque quede raro, vamos a decir, estoy recibiendo clases. Me encanta solucionar cosas. Estamos más cerca de entendernos todos a la perfección.
Volviendo al tema del canto. Hoy he recibido mi primera clase de canto. Me ha encantado. Todos deberíamos recibir clases de canto. Por favor, señores del gobierno que modifican el plan de estudios cada dos por tres y cada vez sacan uno peor, meted clases de canto como asignatura troncal, es vital para el desarrollo de las personas.
Uy, las clases de canto sirven para todo, no solo para cantar, también para aprender a hablar en público y no quedarse afónico. Me habrían venido muy bien cuando los niños eran pequeños, les metía unos gritos que me quedaba sin voz. Si hubiera recibido unas clases de canto, habría gritado con más estilo, con más sonoridad, con más autoridad, durante un rato más largo y no me hubiera quedado afónica. Si es que todo son ventajas.
Hoy, durante el paseo a Pincher y aprovechando que iba sola por la calle, me he puesto a practicar. ¡Pero qué bien sienta dar unas notas al aire!. En serio, he salido tan contenta de mi primera clase que no paraba de reír. Al entrar en el metro, me ha captado una chica de la Ong Acnur, no se qué pasa con esta Ong que últimamente están en todas las boca de metro del mundo mundial. Con una sonrisa de oreja a oreja le he dicho que ya pertenecía a su Ong. Me ha mirado a la cara y me ha dicho que estaba muy agradecida y que siguiera así de alegre, hasta me ha dado la mano. Luego me he sentado en el metro y entre lo feliz que iba y los comentarios que iba leyendo del blog, parecía una tonta de remate.
Lo que más rabia me ha dado al salir de la clase, es que no tenía a nadie a mi lado con quien compartir mi dicha. Todo este revuelo por una clase de canto, no me lo explico.
Y ahora quiero más y más, quiero aprender más cosas, quiero hacer más cosas. Saciaré alguna vez mis ansias por conocer?, de experimentar cosas nuevas?. ¡Es una droga demasiado dulce!.
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