Hoy estaba inspirada y he querido hacer un video con Pincher, usando la GoPro.
La cosa no es tan fácil como parece. Para empezar, no tengo un arnés especial para acoplar la cámara. Me ha dado lo mismo. El otro día vi en internet videos de perros con cámaras GoPro y tenía una ligera idea de cómo debía quedar el asunto, así que he intentado improvisar mi propio artilugio. He pensado: «no debe ser tan difícil acoplar la cámara ésta, a un arnés de perro normal».
Así que he rebuscado en el armario de las herramientas y he cogido algo que vale para todo, algo que debe existir si o si en todas las casas del mundo, la cinta americana. Una cinta que lo mismo te vale para retener a gente secuestrada, que para arreglar retrovisores descolgados. Soy fan de la cinta americana, es muy resistente pero a pesar de eso, se corta sin ninguna dificultad con los dientes. Esto lo saben perfectamente los del CSI, están hartos de buscar restos de saliva del asesino en las cintas americanas. Tengo que pensar en cambiar este hábito, el de cortar la cinta con la boca, no el de matar gente. A ver, que no mato gente, que no acabo de aclararme.
Total, que le he puesto el arnés a Pincher, he cogido el tapón del bote de insecticida, ya sabéis lo aficionada que soy a matar bichos en casa, y he intentado hacer un apaño. Vaya caca de la vaca que me ha salido, un horror de los horrores. Malamente, así no iba a durar la cámara ni un segundo en el lomo de Pincher, con lo que se mueve este perro, que corre, vuela y brinca como una liebre.
Cambio de estrategia, en vez de colocar la cámara en el lomo, decidí ponerla en el pecho. Vale, a ver con qué ato la cámara al arnés por delante. Miré en el cajón de la cocina y cojí una goma, de esas que vienen con el manojo de espárragos, son muy útiles, tengo muchas, las uso para mil cosas. Hace tiempo que abandoné el uso indiscriminado de las pinzas de la ropa, ahora cierro los paquetes abiertos con una goma. Ocupan menos espacio y tienen menos posibilidades de abrirse los muy condenados.
¡Anda que no aprendéis cosas conmigo!. Seguimos.
Até la cámara con esta bonita goma al arnés y el resultado no me gustó nada. La cámara quedaba suspendida, colgandera y en cada paso de Pincher, el meneo de la cámara era mayor. Teníais que haber visto la estampa, el pobre Pincher caminando con las patas delanteras muy abiertas por miedo a que la cámara le diera un golpazo. Me ha dado tanta pena que se lo he quitado inmediatamente. Me miraba con unos ojos de penita que no podía parar de reír. Me parto con él. El no sabe que pone caras graciosas, pero las pone.
Al final le he perdonado la vida y hemos salido a la manera tradicional, o sea, de la correa y tirando como un toro desbocado. Si, ya se que eso se corrige, soy una mala dueña.
Cada vez que miro las fotos, me descojono. ¡Qué ratos más buenos me hace pasar el malvado!.
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