Todo tiene un principio y todo tiene un final, bueno, todo menos los números, la línea, el círculo, el tiempo, el universo. Vale, pues matizando, casi todo tiene un principio y un final. El final de mis vacaciones ya llegó. Alguno pensará que ya era hora, que qué clase de vacaciones son esas que duran más de dos meses, pues muy fácil, son las vacaciones del maestro y en mi caso, las vacaciones de la desempleada.
Como he estado muy inactiva en el mundo bloguero durante mi época vacacional, os voy a relatar brevemente, según como se entienda por breve, mis vacaciones en el último de mis destinos, Carbellino.
Carbellino es un pequeño pueblo de Zamora, de la comarca de Sayago. Llevo veraneando allí desde que conozco a mi amantísimo. A él siempre le ha encantado el pueblo y tengo que decir que a mi también, pero no solo por el pueblo, sino por la gente. Un pueblo puede ser encantador, pero si no te relacionas, si eres un mero espectador, las cosas pasan delante de tus narices sin ti, y no es lo mismo.
No es lo mismo entrar al bar del pueblo y sentarte solo en un rincón, que entrar y charlar con los paisanos, hablar de todo y hablar de nada. Todavía hay mucha gente a la que no conozco, pero intento enmendarlo poco a poco.
Este año casi meto la pata. Andaba tomando un refrigerio en la terraza del bar con conocidos y desconocidos, cuando se me ocurrió hacer un comentario sobre una casa que se veía a lo lejos, dije algo así como: «¿Por qué a los dueños de esa casa se les habrá ocurrido poner esas luces solares?». Una pregunta inocente, sin malas intenciones, pero se me quedó cara de pan cuando alguien me contestó: «Pregúntaselo tu misma, la dueña la tienes justo al lado». ¡Zasca en toda la boca!.
Premisa indispensable a tener en cuenta cuando estás en un pueblo pequeño, no hables mal de nadie y todo te irá bien.
Podemos decir que llevo tantos años yendo al pueblo que he pasado por varias etapas. Primero fui novia de, después mujer de, más tarde madre de niños mocosos y este año he sido mujer de y madre de niños que andan solos por el pueblo. Definitivamente estoy en otro nivel. No se si alguna vez seré simplemente Sensi, lo veo difícil porque en un pueblo lo más importante es saber de quién eres, y como yo soy la añadida, siempre seré la mujer de, que a su vez es hijo de, que era hija de y tal y tal y tal. Ya lo decían No Me Pises Que Llevo Chanclas, «¿Y tú de quién eres?».
Hemos estado en las fiestas y lo hemos pasado estupendamente. Los niños andaban por ahí, acostándose tarde y los padres, o sea nosotros, también andábamos por ahí acostándonos más tarde, faltaría más, que para eso somos la autoridad.
Las fiestas del pueblo consisten básicamente en actividades por la tarde para los niños y orquesta por la noche para todos y cuando digo por la noche, quiero decir a partir de la una de la madrugada. Yo que me suelo acostar a las 11 o 12 de la noche, la una de la madrugada me parecía tela marinera. Pero ahí estuve, bailando al son de los pasodobles o del merengue o la bachata o cualquiera de los ritmos latinos que tocaban, que para el caso era lo mismo, porque mi amantísimo y yo los bailábamos todos como si se tratasen de pasodobles. No pasa nada, todo está permitido, nadie nos iba a tocar el hombro y decirnos,» por favor, abandonen la pista, quedan eliminados».
Mi amantísimo es muy bailongo, yo lo se desde siempre, cosa que me encanta porque no puedo vivir sin el baile, pero mi hija no tenía ni idea de las aptitudes de su padre. Nos miraba con esa cara con la que un hijo mira a sus padres cuando están llamando la atención, esa cara de desaprobación y vergüenza a partes iguales. Nos miraba y miraba hasta que me dijo: «mamá, tu sabías que papá bailaba?». ¡Ay hija, cuántas cosas no sabrás de tu padre!.
Os dejo una foto de uno de los espectáculos, unas Gogos que no tenían desperdicio. Allí andaban todos con los ojos fijos en el escenario.
Yo también tenía lo ojos como platos, sobre todo cuando veía el movimiento de trasero que se traían ellas. Si yo intentara hacer lo mismo, directamente me partiría en dos. Mi trasero es una continuación de mi espalda, no un ente independiente con libertad propia para moverse a esa velocidad.
Los chicos tampoco lo hacían mal, pero nada que ver con el contorsionismo de ellas. Se ve que no salgo mucho, me escandalizo con cualquier cosita.
No todo es beber y trasnochar en el pueblo, también puedes hacer otras cosas como pasear, ir al embalse a bañarte, a pescar, a remar con el kayac o simplemente tomar el sol.
Pincher ha disfrutado como un enano en el pueblo, estaba desatado, sobre todo cuando bajábamos al embalse donde andaba totalmente a su aire, subiendo y bajando peñas. Creo que tiene algo de trauma posvacacional, sobre todo porque se echó una novia, una de su raza, de su tamaño. Los dueños de la novia quieren cruzarla el año que viene, no se lo he dicho para no crearle ansias, un año de espera es mucho. Mejor se lo digo cuando el día D esté próximo para que le de tiempo a preparar el cuerpo, aunque creo que con dos minutos de preparación ya va listo.
No podemos olvidar el momento vaquillas. Unas fiestas sin vaquillas no son fiestas. Con los carros de los vecinos se monta una plaza de toros. Aquí no se torean, ni se matan, ni se le clavan banderillas, simplemente se hace un juego tipo Grand Prix. Hay equipos que tienen que realizar una serie de pruebas a la vez que esquivan a la vaquilla como pueden. Hasta a mi me dieron ganas de bajar a correr delante de la vaquilla. La proporción es la siguiente, a mayor número de revolcones que se lleven los mozos, mayor número de carcajadas garantizadas. Si alguien dice algo como: «el año pasado fue mejor», lo que quiere decir es que el año pasado los mozos estuvieron más tiempo por el suelo que realizando las pruebas.
¡Qué breve me está quedando este relato!. No se vayan todavía, aún hay más.
Voy a mencionar un concierto de rock de música de los 80 y 90 a cargo de la banda local Xfito´s Rock Band, que tuvo lugar en Casa Encarna. Así de paso le hago promoción a Encarna, por si alguien está pensando en hacer turismo rural y le apetece conocer la comarca de Sayago.
Como nunca voy a conciertos, este me hizo especial ilusión. Pude disfrutarlo desde las primeras filas, el ambiente fue estupendo y me sentí como un jovenzuela. ¿Y qué hace una jovenzuela?, pues sacarse una foto con el cantante del grupo. Estoy hecha una chavalita!, me refiero al espíritu interior.
No se si se me ve roja por el sol o por la vergüenza. Atentos a la cara de Xfito, esa media sonrisa, pura seducción.
Y poco más os puede contar.
Ahora es el momento de alguna curiosidad, como esta cortina hecha con chapas de latas en casa de un amigo. Tenía a todo el pueblo recolectando chapas para su prima, que era la artista. Por lo visto hace virguerías con ellas aunque yo solo tuve ocasión de ver esta cortina tan chula.
Y para terminar mi relato vacacional y no aburriros más de lo estrictamente necesario, unas foticos monas. Tengo que decir que en esta ocasión, todas las fotos que he colgado no las he hecho yo, sino mi amantísimo. Presumo de que todo lo que hay en este blog es de fabricación propia, así que no me parecía bien faltar a la verdad y adjudicarme un mérito no merecido.
Esto ha sido todo, hasta el artículo que viene, corto y cierro.
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