Vaya postura, un poco más y me troncho. Esta es la tercera falda que tengo tableada y con el mismo largo. Las tres son del mismo año. Ya lo se, cuando me da por algo puedo ser muy cansina. Pero toda la culpa no es mía, a veces, aunque quieras comprarte otra cosa solo puedes llevarte lo que te venden en la tienda, no hay más opciones. Ese año fue el de las faldas por debajo de la rodilla, hace aproximadamente unos 12 años. Lo recuerdo como si fuera ayer.
Así empiezan muchas películas, aparece una señora mayor, sentada en su mecedora, contando una historia. La película es en color y cuando el director nos quiere transportar a aquella época, empieza la escena en blanco y negro y poco a poco se va coloreando. Este tipo de películas me suelen gustar. A veces, el director decide utilizar diferentes actores para las escenas que transcurren en el pasado, pero en otras ocasiones, poco acertadas tengo que decir, se le ocurre la genial idea de envejecer a los protagonistas. La cosa queda bastante patética.
Recuerdo una película en la que aparecía Mel Gibson envejecido, con una rebequilla de abuelo, un bastón y unas gafas. Imagino que el director quedó muy satisfecho con el resultado, pero yo todavía me estoy reponiendo de la escena. No sabía si reírme o llorar, penoso de verdad.
En la última de Titanic a nadie se le ocurrió envejecer a Kate Winslet para que hiciera el papel de viejecita, apañaron a una señora encantadora que hizo muy bien su papel, y todos lo agradecimos.
Normalmente, cuando regresan al pasado nos transportan a los años 30 0 40. Ahora mismo me estoy acordando de la película «Tomates verdes fritos». Otra viejecita contando una historia. Uy, en esta si que lloré, qué ancianita más entrañable!
Pues justo eso me gustaría poder hacer a mi, contar alguna historia de mi infancia y que de repente todo se volviera blanco y negro, y el espectador pudiera estar allí, viéndolo todo a través de una pantalla. También me gustaría hacer un video musical, no tiene nada que ver con lo que estoy contando, pero ahí lo suelto. No cantando yo, si no haciendo playback. Me encantan los videos musicales en los que el cantante va andando por la calle, medio bailando, y la gente ni lo mira, como si el hombre no estuviera allí, un poco como Pharrell Williams en Happy. Cosas que me vienen a la cabeza.
Vuelta al pasado.
Era el 17 de mayo 1.981, el día de mi Comunión. Me regalaron un diario y yo lo estrené escribiendo estas palabras:
«Hoy es el día de mi Comunión, el día más feliz de mi vida».
Vaya sarta de mentiras. Lo escribí porque era lo que el cura te decía, que era un día muy importante y que tal y que cual. Se ve que me caló hondo porque fue justo lo primero que escribí en ese diario.
Como nunca he sido de escribir sentimientos, utilicé el diario para relatar lo que acontecía en casa. Qué hacía mi madre, qué hacía mi padre, qué hacían mis hermanas mayores y qué hacía mi hermano pequeño. Para que os hagáis una idea de la profundidad de los escritos os voy a copiar un pequeño fragmento.
«Mi hermano va a mamá quejándose de que tiene una pupa en la ceja. Mamá le pregunta que si ha sido él el que se ha dado con la regla y le dice que abra la boca. Mamá dice que él se ha dado con la regla porque se lo nota en los dientes y mi hermano dice que se va a chivar a papá.»
Toda una revelación. Menos mal que me harté pronto del diario y solo rellené unas 20 páginas.
En fin, volviendo al presente, creo que en este diario ya llevo más de 20 páginas. Sigo relatando todo lo que veo o pasa a mi alrededor y de profundidades, nada de nada.
Gracias por estar ahí.
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