Este fin de semana he estado de boda. Y cuando uno va de boda, lo más importante en los días venideros, es enseñar a todo bicho viviente cómo ibas y cómo lo pasaste.
No os voy a hacer aquí la crónica de la boda, porque sinceramente no creo que os interese ni lo más mínimo. Me voy a centrar en el modelito en cuestión, que tiene su miga.
Por si alguien pensaba que cuando hablaba del rosa era solo un decir, en este look se puede deducir que ciertamente el rosa me encanta. Podría haberme quedado con el blanco y el negro y no habría esta mal, pero quería dar una nota de color, sobre todo teniendo en cuenta que la boda era al medio día.
Así que después de mucho rebuscar en tiendas, me hice con este fabuloso bolso de piedrecitas rosas, esta rosa de color rosa, estos pendientes y para rematar la jugada, me pinté las uñas también de color rosa haciendo juego con los labios.
Pues no iba yo contenta ni nada!!.
El bolso es el típico bolso que no vale absolutamente para nada. Muy mono, si, pero qué se puede meter en un bolso de este tamaño?. Pues ya te lo digo yo, la barra de labios para retocarme después de comer, un paquete de pañuelos, la llave del hotel y nada más. Mi pobre móvil se tuvo que quedar en tierra, porque es de los de pantalla ultragrande. Estoy un poco cegata y necesito ver las cosas a otro nivel. Estos móviles no caben en ningún sitio, ni siquiera en tu mano, y menos en este mísero bolso. No hay problema, lo único que te hace falta es pegarte a alguien que disponga de móvil, por si surge una emergencia y hay que llamar al 091 o al telepizza.
La flor no era exactamente lo que buscaba, quería una más flamenca, porque por si no os habéis dado cuenta, mi look tiene aires andaluces y quería darle más énfasis con una flor de las que se ponen en la feria. Pero no la pude encontrar porque todas las mujeres de Madrid se volvieron locas comprando flores de color fucsia para la feria de Abril. En el fondo me hicieron un favor, porque las flores de flamenca tienen mucho tallo, para poder pincharla en el recogido y te las tienes que poner en la cabeza con mil horquillas, que cuando te las quitas solo puedes dar gracias a Dios.
Y de los pendientes no tengo mucho que decir. Me los regalaron hace mucho tiempo en una tienda, por algo que compré, y me venían genial para esta ocasión, haciendo juego con las piedrecitas del bolso.
Lo más importante de todo es, no perder el norte y no gastarse un dineral. Tienes que encontrar unos complementos que den el pego pero que no parezcan recién salidos del chino. Que no digo yo que no puedan ser del chino, pero que no lo parezcan. En mi caso el bolso lo encontré en habana&tay, una tiendecita de mi barrio que me encanta, la flor es de claire´s, la tienda de complementos para niñas y adolescentes, y la barra de labios que use tiene más de 20 años.
Y la chaqueta-mantón me da el toque definitivo. En un principio me puse a buscar como una loca un mantón de los de verdad. Cuando me dijo la dependienta que el más barato costaba 160 euros, se me quitaron las ganas de mantón. Pensé, bueno, tampoco es tan importante. Pero el caso es que yo quería llevar flecos, si o si. Esta chaqueta-mantón la encontré en mango, y encima ni se estropea, ni se arruga. Bueno, cuando la lave ya te diré si no se estropea o sale hecha un estropajo.
Vamos al tema zapatos. Estos zapatos me encantan, ya los tenía. Cuando me los compré, los puñeteros me estaban algo pequeños, pero como me gustaban tanto y no había más tallas, no me lo pensé dos veces y los compré. Cosas que hacemos las mujeres. Te compras zapatos que te están pequeños y dices: «esto luego ensancha». Y una leche, lo que hacen es cortarte la circulación de los dedos de los pies hasta que se van volviendo azules. Pero eso nunca se reconoce, te los pones y finges ir muy cómoda. Además, estos zapatos tienen un tacón de aquí te espero. Tienen tanto tacón que el pie te da la vuelta, vamos, que va y viene. Y por qué tanto sufrimiento, estaréis pensando, pues está claro, porque son divinos. ¡Antes muerta que sencilla!.
Menos mal que una amiga me dijo que si los llevaba al zapatero, lo metían en una horma y el zapato cedía un poco. Eso salvó a mis pobres deditos, todavía me lo están agradeciendo.
Lo más importante si llevas unos zapatos con tanto tacón es andar lo más digna posible, nada de hacer muecas raras o cojear o llevar un ritmo raro. No. Cabeza alta, paso firme, una pie delante del otro y procura que no se te doble el tobillo porque si no, vas al suelo y la pose altiva ya no te sirve de nada, quedas como cagancho.
Aunque parezca que os estoy contando una tortura, no es esa mi intención. Disfruto enormemente pensando en la ropa que me voy a poner para una boda, en los complementos que hacen que el look diga exactamente lo que quieres que diga. No todos los días tenemos ocasión de ir de esta guisa. Ni todos los días, ni días alternos, ni una vez al año. Esto pasa solo de vez en cuando.
No hay duda de que con esta ropa solo puedes ir de boda. La gente cuando te mira al pasar, piensa: «mira Manolo, esa va de boda». Pues claro, a dónde voy a ir sino?, a la entrega de los Goya?, al estreno de mi última película?, pues de boda, no queda otra. Además, si te cruzas con alguien más que también va de boda, lo reconoces enseguida. No sabes si va a tu misma boda, pero lo que está claro es que va de boda, o va a los Goya?.
En fin, a mi el tema boda me da para escribir un libro. Es un fenómeno social digno de estudio. Yo no tengo nada en contra de las bodas, me gustan, lo paso bien, bailo, como, río, hablo, e intento relacionarme, y aunque termino con los pies destrozados, no me importa en absoluto, estoy deseando que me inviten a otra.
¿Cuándo vamos de boda?.
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