Hoy me he acordado de las faldas midi. Que así dicen que se llaman las faldas que quedan por la rodilla. Esta tiene ya unos años y la tenía arrumbada en el armario. Hacía ya unas cuantas temporadas que no me la ponía. Pero mira tu por dónde, he decidido darle una oportunidad.
Me he creado un look muy deportivo, hoy voy de tenista, pero no de las tenistas de ahora que llevan unas ropas muy modernas, de mil colores, sino de las de toda la vida, las de faldita de tablas y polo blanco. Ya quedan pocos tenistas que lleven esta indumentaria. Me viene a la cabeza Roger Federer, que es un clásico de los pies a la cabeza. Que no digo que el hombre lleve falda, sino que su estilo incluye pantalón corto blanco y polo a juego, que todo hay que explicarlo.
Las piernas se me ven un poco tristonas, pero es lo que hay. Atrás dejé mi época en la que no mostraba mis piernas tan blancuchas. Tenía varias soluciones para que lucieran morenas.
Me dio un tiempo por usar el autobronceador. La idea era buena, pero tenía múltiples inconvenientes que había que tener en cuenta si no querías parecer un animal con manchas. La cosa tenía su miga. Para empezar, había que ponerse en bragas para restregarse la dichosa crema. Una crema que tintaba todo lo que tocaba. Después de untarte a base de bien había que lavarse las manos a conciencia, con energía, porque corrías el riesgo de que quedaran naranjas y créeme que eso es horroroso y difícil de explicar al resto de los mortales. Creo recordar que había que esperar 3 horas antes de ducharse. A ver qué hacías durante esas 3 horas y en bragas?. No te podías sentar porque corrías el riesgo de manchar cualquier cosa. En esas 3 horas puede que te dieran ganas de ir al baño, puede que te dieran no, que te daban. No quiero entrar en detalles, pero parte de la crema de mis piernas terminó en una ocasión en mis codos. Otro fenómeno difícil de explicar al mundo.
Más consideraciones. Cuidado con las cicatrices, las rodillas y los tobillos, tienen una tendencia extrema a coger más tonalidad que el resto de la pierna. Son así, unos avariciosos de la crema y pillan más que nadie, con lo cual, llevas toda la pierna bien y sospechosamente las rodillas, tobillos y cicatrices tienen un matiz más fuerte que parece que te has estado arrastrando por los suelos o haciendo penitencia. Difícil de explicar al respetable.
Si después de las 3 horas habías sido capaz de no manchar nada, te habías lavado bien las manos, no habías incado los codos en las piernas al hacer pis, te habías echado menos crema en rodillas, tobillos y cicatrices, conseguías el tono tostado deseado en tus piernas.
Y aquí viene la gracia del asunto. Yo solo me echaba autobronceador en las piernas, no tenía el valor suficiente de acometer tal osadía en el resto del cuerpo. Corrían por ahí historias espeluznantes acerca de accidentes en la cara, de manchurrones en las cejas o en mitad de la barbilla y no quise tentar al diablo. Con las piernas tostadas tenía suficiente.
Entonces, has quedado contenta con tus piernas pero el resto del cuerpo sigue igual que siempre, con ese tono tristón de no haber visto el sol en todo el invierno. Llega el momento del disimulo. Alguien te dirá, – uy!, qué morenas tienes las piernas, has tomado el sol?-. Y tu, sin darte importancia le contestarás, – no que va, no se por qué lo dices -.
Si te echas autobronceador nunca reconocerás haberlo hecho, hay que negar la mayor. Esto es así. Pasa lo mismo que si te operas los pechos, tu los tienes así por naturaleza, tienes 50 años y tus pechos están ahí arriba porque la naturaleza ha sido buena contigo no porque sepas siquiera lo que es un cirujano plástico, ah, y porque comes muy sano, eso siempre ayuda. Yo como muy sano y debe ser que la naturaleza me ha puesto dos velas negras, porque los míos van cada vez más para abajo.
También pasé por llevar medias de verano. Unas medias que no se nota que las llevas, que para qué sirven entonces y que se rompen con mirarlas. Cumplen su función, pero si te pilla un día caluroso, por muy medias de verano que sean, al final pican y la goma te molesta de todas, todas. Por no hablar del agujero que les hago siempre con mi dedo gordo del pie que parece más bien un sable que un dedo normal. Mi dedo y un barco rompehielos, tienen la misma fuerza.
Y cuál es mi consejo de hoy?, pues no te voy a decir qué hacer si quieres llevar las piernas morenas, yo he decidido llevarlas al natural, con todas sus imperfecciones al descubierto y que salga el sol por Antequera.
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