No se si alguna vez os habéis parado a pensar en vuestro nombre, en lo que significa para vosotros y en el efecto que os produce cuando alguien lo pronuncia. Yo me he parado a pensar en esto y en otras muchas cosas más, pero centrémonos en el tema que nos ocupa.
Para mi, mi nombre es Sensi. Ya se que me llamo Asunción, pero cuando alguien se dirige a mi por Asunción la sensación es extraña, es como si llevara un escudo que me protegiera, me ves, pero no puedes acceder a mi. Sin embargo, con Sensi ya es otra cosa. Para empezar, si me llamas Sensi es porque te lo he dicho yo, no lo verás escrito en ninguna parte, ni en mi DNI, ni en las facturas, ni en las autorizaciones que firmo como madre de mis hijos, ni en el Facebook, ni en el Linkedin, ni en una reserva, ni siquiera en mi firma, ni … ya vale, creo que lo habéis entendido.
Con lo cual, si os dirigís a mi por Sensi, eso denota cierta cercanía y yo lo percibo así. En el curso que estoy haciendo, le aclaré al profesor que aunque me llamaba Asunción, podría llamarme Sensi. ¿Y qué ha hecho este buen hombre?, llamarme Susi, lo que me faltaba. Ya no soy ni una cosa ni otra, soy un híbrido en tierra de nadie. Y aunque se lo he corregido hasta en dos ocasiones, parece que ya no hay remedio, se le ha quedado el Susi incrustado en las neuronas y no sale de ahí. Así que he desistido y seré Susi durante unos cuantos meses, mira tu que bien.
En fin, no me quiero desviar del tema. Lo que os quería comentar es lo que me pasa por la mente cuando alguien me saluda por mi nombre. «Hola, Sensi». Es una sensación placentera, que me engrandece y me deja estupefacta. Por un momento me siento más feliz y eufórica. Siempre me maravillo de que sepan mi nombre. Y qué contesto yo?, un simple, seco y aburrido «Hola». ¿Cómo se puede ser tan desagradable?. Esa persona me ha saludado por mi nombre, me ha hecho saber que me conoce, ha establecido una relación de cercanía y yo no he sido capaz de devolverle lo mismo que he recibido. Y no es que no me sepa su nombre, pero simplemente no me sale, no me viene de manera espontánea y entonces me digo a mi misma, «eres de lo que no hay», y prometo enmendarme para la próxima vez. Hasta ahora no lo he conseguido pero sigo trabajando en ello.
Después de estar estudiando este fenómeno durante algún tiempo, he concluido que debo ser algo rara porque veo que mucha gente se saluda por el nombre, sin darle mayor importancia, mientras que yo, estoy aquí dándole vueltas al asunto.
Otro tema relacionado con el nombre es el hecho de coincidir con alguien que se llame como tu. Yo no se a vosotros, pero a mi no me gusta ni un pelo. Aunque es solo un nombre, también es un trocito de mi y si alguien se llama como yo, que soy? una copia?. Puede que tampoco os hayáis parado a meditar sobre este tema. Vaya hombre, no os paráis a pensar sobre nada, vivis a lo loco.
Y hablando de todo un poco, voy a soltar aquí un par de reflexiones más que no tienen nada que ver con lo anterior, pero que como no me cuesta nada, ahí van.
Si alguien te dice: «Dale recuerdos a tus padres». Tu tienes que contestar: «De tu parte». ¿No hay otra cosa mejor que decir?, no me gusta nada decir eso. Yo suelo decir algo así como: «vale», » de acuerdo», o muevo la cabeza asintiendo. Si te paras a pensar en la frase «dale recuerdos», eso no tiene ningún sentido. Dale un abrazo, un beso, salúdalos, eso si,… pero dar recuerdos, los recuerdos no se dan, los recuerdos se tienen, he dicho.
Y por último, voy a comentar cómo se juega un partido de padel. No me he vuelto loca, creo que viene al caso.
Tu estás ahí con tu compañero o compañera, porque el padel se juega en parejas, y cuando le das bien a la pelota, haces un buen punto o consigues que el rival falle, tu compañero te dice: «muy bien, Sensi». Yo esto lo desconocía por completo, pensaba que te ponías a jugar, intentabas responder todas las bolas y ya está. Pues no, hay que felicitar al compañero cada vez que lo haga bien. Yo me sigo sintiendo incómoda cada vez que me felicitan porque hace que mi ego crezca. Hay que saber recibir halagos, no es nada fácil mantener el tipo mientras otros te dicen cosas agradables. La cuestión es que por fin he conseguido felicitar a mi compañero por cada buen golpe. Al principio cuesta, pero con práctica todo se consigue.
Y creo que por hoy ya esta bien, no os quiero agobiar con más pensamientos profundos y transcendentales. Otro días más.
Deja una respuesta