El mundo de las bolsas es un mundo complejo. Existen bolsas de muchas clases: de plástico, de papel, de tela, y de muchas categorías: del super, de marca, de basura y las de el corte inglés.
Hay quien atesora bolsas de marca. Las bolsas de marca son las que se encuentran en lo alto de la pirámide en las categorías de las bolsas. Gozan de buena crítica, nadie le hace ascos a una bolsa de marca. Bueno, eso no es verdad, porque yo las odio. A lo mejor odiar es una palabra demasiado fuerte. Simplemente no las quiero para nada. Las bolsas de marca están hechas con un papel grueso, casi de cartón, que disponen de unas asas hechas con cuerdas resistentes, que incluso llevan unas arandelas para que la cuerda no rompa la bolsa a la primera de cambio. ¡Que monas!. Pues no las quiero. Me gusta cuando al comprar algo me entregan el producto en una de estas bolsas bonitas, pero que hago con ella cuando ya estoy en casa y he guardado lo que llevaba dentro?. Sólo le veo inconvenientes.
- No pueden reducir su tamaño. Si la bolsa mide X, al doblarla seguirá midiendo X.
- No se pueden apilar. Si intentas poner una bolsa encima de otra, los bonitos cordones, con sus bonitas arandelas tropiezan unas con otras, obteniendo una pila de bolsas con poca estabilidad, que cuando quieras coger una, el resto se te echará encima.
- No soportan mucho peso. Son bolsas bonitas que no admiten ni siquiera el peso de tres cartones de leche. Claro, los diamantes no suelen pesar tanto.
- Tienden a desaparecer. Son bolsas tan bonitas que las guardas muy bien por si en alguna ocasión te vuelven a hacer falta. Jamás vuelves a verlas, sobre todo si las estás buscando.
Hablemos de las bolsas de tela. Esas ya me van gustando más. A estas les he encontrado múltiples aplicaciones.
- Como bolsa para los zapatos. Cuando tienes que meter los zapatos en la maleta son muy útiles. Cada par de zapatos en su bolsita de tela correspondiente. Ay, que me emociono!.
- No ocupan nada de espacio. Las puedes almacenar bien planitas o enrolladas como si se tratasen de toallas de spa.
Y si la bolsa en cuestión tiene cremallera, eso ya es el súmmum de gusto. Ahí ya puedes meter ropa sucia, más zapatos, las joyas de la corona (las baratijas del cajón), los fulares, la muda para el gimnasio o yo que se. Qué es esto, un dos tres responda otra vez?.
Qué me dices de nuestras amigas bolsas del super que tanto años nos han acompañado, hasta que tuvimos que empezar a pagar por ellas?. Uy…, aquí se que voy a generar polémica porque para mi, una bola del super es simplemente una bolsa del super, para hacer la compra y poco más. Jamás usaré este tipo de bolsas como bolsa de basura. Ala, ya lo he dicho. ¿Cómo te has quedado, cómo te has quedado?.
No señor, odio usar bolsas del super como bolsas de basura. Menos mal que ahora cuestan dinero y ya tengo una excusa.
Razonamiento:
Las bolsas del super nunca son del tamaño de tu cubo de basura, siempre son más pequeñas. Si intentas encajar las cuatro esquinas de la bolsa entrarás en bucle y te volverás loca porque es imposible. Ajustas de un lado y se te va del otro. Consigues el otro y se te va del primero. Solución, dejas una esquina suelta…..ahhhh, peligro, peligro. Has dejado un hueco entre la bolsa y el cubo. Crees que no importa, no pasa nada, pero te equivocas, llegarás con un plato lleno de restos de comida, con una mano sujetarás el plato y con la otra arrastrarás la comida hacia el cubo y en ese preciso momento, la bolsa se desvanecerá, caerán las orejas que tiene por asas, hacia adentro, cayendo toda la comida en la puritita asa. Cuando llegue el momento de hacerle el nudo a esa condenada bolsa, maldecirás, te mancharás, gruñirás y no sabrás a quién echarle la culpa.
Pero puede que lo que te pase sea que la comida caiga por el lado en el que la bolsa no ajusta al cubo. Entonces, cuando llegue la hora de quitar la bolsa, verás que en el fondo del cubo descansa una masa oscura, desagradable, mal oliente, pringosa, que tendrás que limpiar. Y entonces maldecirás, te mancharás, gruñirás y no sabrás a quién echarle la culpa.
He pasado muchas veces por estas situaciones y un día dije: «A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a mancharme la manos con las orejas de la bolsa del super».
A partir de ese momento empecé a comprar bolsas de basura y me hice experta. No compro cualquiera, solo lo mejor de lo mejor. Con autocierre, antibacterias, perfumadas y si es posible que no sean negras.
Efectivamente, aquí es cuando el lector se da cuenta de que la narradora está para que la encierren. Pero voy un paso más allá. Muy importante que la bolsa de los envases sea de otro color que la de restos orgánicos. Ahora ya soy feliz. Bolsa ajustada, perfumada y distintos colores. Lo que cualquiera querría tener debajo del fregadero.
Y por último, nuestras queridas bolsas de el corte inglés. Cualquier cosa que vaya en estas bolsas inmediatamente se convierte en algo valioso. Puedes llevar una mierda de perro que nadie lo pensará. Son las bolsas camuflaje. Que te has quedado en casa de alguien y llevas unas bragas sucias?, no pasa nada, las puedes llevar sin problema en esta bolsa, porque nadie lo imaginará, porque es de el corte inglés y ya con eso es suficiente.
Estoy convencida de que cada uno de vosotros tiene sus propias manías con esto de las bolsas. Es un mundo lleno de misterios sin resolver.
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