Hoy por fin he podido estrenar mis botas amarillas. Hacía el suficiente frío como para ponérselas. El abrigo me lo compré el año pasado y casi no me lo he puesto. Es tan mono que me da pena usarlo por si se estropea. Pero se acabó el tenerlo guardado para que se lo coman las polillas.
Combina perfectamente con las botas. Es el típico look de ir a descargar al muelle. El problema es que en Madrid no hay muelle, pero eso son minudencias.
Así vestida me vienen a la cabeza imágenes de los barrios obreros ingleses. La estampa sería la siguiente: Un invierno crudo, personas esperando en la parada del autobús intentando calentar sus manos con su propio aliento, un cielo gris y unas casas oscuras y tristes. La típica película inglesa dramática, donde el marido pierde el trabajo y la familia pasa muchas penurias. Esa película que quitaría enseguida porque no soporto ver sufrir a la gente.
Aunque podríamos estar también dentro de una americana, en un día soleado, donde un tal John está descargando cajas en el muelle y aparece un policía que quiere hacerle unas preguntas sobre un asesinato. Esta película sería de las que me tragaría sin moverme del sofá.
Las fotos no me han salido muy bien. He querido que se viera el abrigo y al quitarle las sombras han perdido nitidez. Qué le voy a hacer, ya me gustaría tener un estudio fotográfico con sus buenos focos. Esto es lo que da de si la bombilla de mi dormitorio.
Abrigo de massimo dutti, botas timberland, camisa y vaqueros de h&m.
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