Aprovechando estos días tan primaverales y soleados he ido por la mañana a visitar el museo de la Fundación Lázaro Galdiano. No es que sea una apasionada de los museos, pero era la excusa perfecta para salir, pasear y ver. Es mucho más interesante si vas con un guía, que te cuenta el por qué de cada cuadro y escultura. Pero al no tener guía, al final te recorres el museo más rápido de lo normal. Te paras en aquello que te llama la atención, pero no eres capaz de mirar un cuadro, por ejemplo de Carlos III, y ver algo más que su cara de atontado. Que esto me lleva a una reflexión.
Si Carlos III u otro grande de España, encarga a un pintor famoso que lo inmortalice, cómo permite que le retrate con cara de bobo. Si yo fuera el retratado, me encargaría de decirle al pintor que me sacara bien. Con aire de rey altivo, inteligente, más guapo, y con un sin fin de virtudes. ¡Que es un cuadro, no una foto!. El pintor era el que embellecía la realidad, como el photoshop ahora. Nadie sale en una revista tal cual es. Pues no lo entiendo. Así que, ahí queda Carlos III, con su cara de bobo, inmortalizado y expuesto en un museo, para que generación tras generación diga: ¡vaya rey!.
Lázaro Galdiano fue un señor adinerado de España, coleccionista de arte y donó sus bienes al estado español. Este hombre tuvo que dedicar toda su vida al coleccionismo, porque en el museo puedes encontrar de todo. Qué le diría su mujer:, «¿Ya vienes con otra escopeta?, me tienes la casa llena. Porque todo el mundo tiene su punto de coleccionista. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Pero este hombre era rico, no tenía límite. Menos mal que contaba con una casa enorme donde exponer todos sus trofeos.
De todo lo que vi me gustaron las joyas, que parecían de estos tiempos, los relojes de bolsillo y algún jarrón colorido. Los cuadros tendrían su historia, pero eran retratos oscuros o escenas bíblicas que si no eres un amante del arte, te cuesta su contemplación.
Los exteriores no estaban mal, había un jardín que rodeaba todo el palacete.
Una mañana estupenda en un sitio muy agradable.
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